jueves, 10 de marzo de 2011

Soledad

Y me da que pensar. ¿Es mala la soledad? ¿Es causa de males? ¿Qué es, exactamente, la soledad? ¿Por qué se produce?
17 años, cuando decidió acabar con su vida trepando la fachada del edificio y tirándose desde el último piso. Habiendo consumido con anterioridad drogas y, seguramente, alcohol. Trepó delante de ella y vio en sus ojos, antes de morir, como trataba de agarrarle, en un esfuerzo inútil de hacer acopio de sus fuerzas, desde pisos más abajo, siendo lo único conseguido una fractura en el hombro por el esfuerzo invertido. Y allí estaba ella, en una silla casi atada, con calmantes y sabe Dios qué más productos con tal de tranquilizarla. Viendo su propia imagen reflejada en su rostro segundos antes de morir. ¿Y cuál fue el motivo de su suicidio? ¿Que ella quiso terminar la relación? ¿Qué sentía una soledad irrevocable?
No le conocía, pero cuando supe la noticia sentí que el estómago se me encogía y me estremecí: tan joven, con tantas cosas que vivir, y con ese fin tan triste, tan frío, tan negro.
Todos tenemos problemas. Unos más que otros, u otros más que unos. Da igual. Pero siempre se sale adelante, y hay que ver la luz al final del camino. Huir de los problemas de esa forma, acabando con tu vida, no es una solución factible. Nadie piensa en el daño que les va a hacer a sus amigos, a sus familiares, piensan solamente en uno mismo. Pienso que suicidarse es una decisión egoísta. Y cobarde. Porque sí, hay que tener, hablando en plata, un par de huevos para encontrarte al borde del vacío y tirarte sabiendo que ahí abajo se sitúa el final. Pero más huevos hay que tener para afrontar las cosas con valentía y pensar: aquí estoy yo y aquí me vais a ver sean cuales sean las circunstancias. Que la vida son dos días y yo no me voy a quedar en el primero porque llueva.
Y ahora todo su círculo de amigos destrozado, su familia sumida en una oscuridad terrible. Su novia con sentimiento de culpa, recordando como él pasaba por delante de sus ojos sin ella poder impedirlo. Intentando recordar si su última expresión fue de tristeza, de miedo, de seguridad, de confianza. O si disfrazó de valentía, reforzada con una sonrisa en los labios, ese miedo tan inmenso que debía sentir. Si intentaba reafirmarse. Si intentaba sentir algo, o no sentir nada. Quién sabe.
Me pregunto si él, donde quiera que esté, se lamenta. Se arrepiente. Se da cuenta del daño que ha hecho a los demás y del error que ha cometido. Si alguien le ha contado que en esta vida todo problema, menos la muerte, tiene solución, pero que él ahora ha convertido, paradójicamente, este único problema que no tiene solución, en la solución misma. Y ya está. Y se acabó. Y nunca verá vídeos de su boda, ni a sus hijos corriendo por el parque y manchándose de barro. Ni tampoco a sus nietos. No esperará nada con ansiedad nada, no tendrá ningún objetivo porque ya ha decidido un fin. El peor. El más rotundo. El más triste.
Descansa en paz, tú y todos aquellos que tomaron esa misma vía para parar el tren.

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